Esta pequeña aventura comienza con ocho personajes (Isa, Sara, Cris, Erika, Guille, Hilton, Javi y una servidora) que a pesar del terrible frío, decidieron un buen día sentados todos juntos alrededor de una buena cerveza, conquistar tres ciudades, tres países, en tan sólo cinco días.
Bratislava
Nuestro avión salía a las 10 de la mañana desde Milán Bérgamo, y puesto que aproximadamente se tardan unas tres horas en llegar hasta allí desde Torino, decidimos pegarnos el madrugón de nuestra vida. Son las 5 de la mañana y yo no he dormido nada…pues si, a las 5 de la mañana de un 10 de febrero comenzó todo.
Llegamos al aeropuerto con suficiente antelación como para tomarnos nuestro primer desayuno, que no sería el último, en el Mc Caffe.
Sobre las 11:30 aterrizamos en Bratislava (Eslovaquia). Un frío realmente increíble, se me congelaron las ideas nada más salir a la calle. Con un bus urbano nos movimos hasta una de las estaciones principales, Halavna Stanica, vamos, una estación que bien podría ser la del milagro de petinto. Después de dejar maletas en consigna, sin fiarnos mucho, y de comprar mapa y billetes para Viena, decidimos pasear por la ciudad.
Cabe destacar que bastante gente no habla inglés, pero eso sí, son amables hasta más no poder. No sólo te indicaban como llegar a los sitios, sino que te acompañaban. Bueno, y también los eslovacos hablan para el cuello de su camisa, tanto es así que nos mandaban bajar nuestro gran chorro de voz español en las cafeterías a las que íbamos.
El casco antiguo de Bratislava es pequeño, se puede recorrer todo en unas poquitas horas. A parte del castillo y la iglesia azul, también se pueden encontrar mientras paseas 3 estatuas míticas, el paparazzi, el mendigo trajeado y el hombre de la alcantarilla.
Como íbamos en modo guarro y ahorrador decidimos comer en un bar de rock unas fantabulosas hamburguesas, bien regaditas por una cerveza de medio litro.
Antes de coger el tren a Viena, tuvimos que hacer unas compras de última hora, un par de toallas, Guille y yo, que pensamos que la idea de secarnos con papel higiénico era típica de ese país y decidimos no meterlas en la maleta.
Una buena carrera para coger el bus urbano de vuelta a la estación perdida, y una manifestación con gritos de BRATISLAVA!! marcaron el fin de nuestro día eslovaco.
Viena
Después de una horita de tren, llegamos a Viena, con más frío todavía. Cogimos un metro y nos fuimos caminito del albergue. Antes hicimos una parada, había que comprar la cena, naranjas y yogures para las niñas, los machos de este viaje se han alimentado a base de KFC.
Una monjita muy amable, nos guió hasta el albergue, y nos regalo unas medallitas, que por la mala suerte que tuvimos al día siguiente, yo creo que muy santas no eran.
Una habitación para ocho con baño propio, fenomenal. Duchita rápida y a dormir, que al día siguiente tocaba turismo intenso.
Nos levantamos tempranito, nos acicalamos, y mapa en mano, y con Javi como guía nos adentramos en Viena. Puesto que íbamos a estar dos días decidimos comprarnos un bono de transportes, sólo para uno de ellos, intentando no convalidar los billetes para alargar más el tiempo, es lo que se llama viajar a la italiana, tu compras el billete, pero no lo convalidas, y si te pilla el revisor pues te haces la loca. También podríamos haber elegido viajar a lo español, sin comprar billete. La verdad es que te incitan a colarte, si por lo menos hubiera un guardia, o una barrera física…esta vez viajar a la italiana no funcionó, tuvimos un encontronazo con un revisor, que le importó tres pepinos que fuéramos turistas, y lo de mi no entender no le convenció, así que nos puso una preciosa multa de 170 euros. Todo esto es culpa de la monja y su medallita.
Viena es impresionante, llena de edificios enormes, bonitos, es muy señorial. Su catedral, el edificio de la ópera, es sin duda la ciudad de la música por excelencia.
Cuando empezamos a no sentir las puntas de los pies, decidimos hacer un alto en el turismo, entramos al Mc caffe, donde Isa salió enamorada del apple macchiato.
De nuevo bajo el frio seguimos nuestro camino, por la calle de las tiendas caras, hasta la hora de comer, en esta ocasión, nos apetecía algo típico, así que un goulash y una pinta de pilsen serían perfectos.
Ya por la tarde, y después de degustar la famosa tarta struddel y la tarta saccher decidimos que era el momento clave para culturizarnos, así que conseguimos entradas para la ópera a un precio buenísimo, tan sólo 3 euros, eso si, estábamos de pie, y en el gallinero, aunque con nuestras pintas, mejor ahí apartaditos. La obra era el barbero de Sevilla, cantada en italiano, y con unas pantallitas donde había subtítulos en inglés. Bajo mi punto de vista, no es una de las artes escénicas que más me han gustado, bozarrones que emocionan eso sí, pero apenas conseguí enterrarme del argumento.
Muertos de cansancio, y sintiéndonos unos verdaderos sopranos y tenores, decidimos volver al albergue a descansar, no sin antes cenar la correspondiente naranja y el yogurt.
Último día en Viena, a madrugar de nuevo. Estuvimos en una gran exposición de urinarios públicos, una gran pista de hielo, nada que ver con las cutres que montan en España, y en el parlamento. Repusimos fuerzas en otro restaurante típico, otra de goulash para todos. Aquí nos informaron muy desagradablemente de que las propinas no estaban incluidas en el precio de la comida…obviamente, nos quedamos tan flipando, que no dimos propina, ¿Qué se cree este camarero de pacotilla? Ya pagamos todas las propinas correspondientes el día de la multa.
La gente en Viena es muy borde, hablan muy bien inglés, pero son bordes. Ya no solo lo digo por este camarero, sino por mi querido amigo, al que por tan solo decirle NO GRACIAS, y no escuchar las ofertas que me estaba contando, me dio un discurso en perfecto español demasiado fuerte como para contestarle.
Maletas en mano de nuevo, tocaba hacer el penúltimo viaje, 5 horas de autobús, con destino Praga. Hay que destacar, que el autobús no era normal. Asientos anchos, de cuero, cómodos, con pantallitas individuales con juegos, series, películas….bueno todos los asientos tenían pantalla menos el del medio de atrás del todo, menos el de Sara…ya es mala suerte…eso que ella pagó lo mismo que el resto. Había una azafata que gratuitamente te ofrecía bebidas calientes, así que en la gloria iba con mi hot chocolate y con mi película de monstruos contra alienígenas. Y supongo que pensareis que todo esto nos salió por un ojo de la cara, ilusos, por tan solo 13.60 euros disfrutamos de todos estos servicios. A ver si alza o autores se aplican el cuento.
En este punto del viaje, creo que la madre de Javi, ya nos había mandado unos 4 mensajes informándonos rigurosamente del parte meteorológico del día y la vaselina de Sara comenzaba a escasear.
Praga
Llegamos a esta preciosa ciudad a eso de las 22:30, cogimos un metro, y después de preguntar a varios retrasados que nos indicaban mal, conseguimos llegar al albergue. En esta ocasión chicas y chicos separados, era como una especie de suit alberguista con 2 habitaciones cada una con 3 camas individuales y una de matrimonio, una especie de entrada común, y of course cada una con su baño. Todo un lujo, ya no tendríamos que escuchar de nuevo los ronquidos de Hilton.
Ya por la mañana y tras hacer un desayuno en condiciones (esta vez nada de Mc Caffe), mapa en mano, y con Isa como guía, comenzamos a caminar por Praga.
Es increíble, sin duda la mejor ciudad en la que he estado, todo, todo tiene encanto.
Decidimos comer temprano, otra ración de goulash, ya que a las 14:00, junto a la plaza del reloj astronómico, íbamos a hacer el free tour en español. Un free tour, es un tour libre, jajaja, una chica Soni, nos iba mostrando los edificios y los lugares más emblemáticos de la ciudad, cada uno paga la voluntad en función de sus posibilidades. Nos contó, que en Praga, en épocas pasadas, era muy común la defenestración, lanzamientos de ventana, no estaría mal pensado hacerlo con más de uno…
Sinagogas, barrio judío, casa de Mozart, zona comercial, el puente, el castillo…Praga, mola.
Después de dos horas de caminata, el tour llegó a su fin, y para celebrarlo que mejor que comernos el mejor crepe que he probado nunca. Plátano, fresa, chocolate y nata…¿Cómo estaba Sara, como estaba?
Aún nos quedaba gran parte de la tarde, así que decidimos acercarnos a ver el puente de noche, con sus impresionantes edificios de fondo, y seguimos caminando por la orilla del río, hasta que las puntas de nuestros pies, y el guante de Sara, dijeron basta, necesitamos una buena pilsen para reponer fuerzas.
Con duchita, recuento de bragas limpias, pensada una para cada día, si se me llega a escapar un pedo pintor, la hemos liado, y cena, terminó nuestro primer día.
El día siguiente, ya con mucho cansancio, decidimos que sería más relajado, un buen Mc desayuno, con muffin de chocolate, lo empezó.
Había que ver el puente de día, para hacernos las típicas fotos postal, subir al castillo, ver la catedral, el edificio chicle, que no se exactamente que era, y el callejón del oro. Bueno, también tuvimos que asistir a la limpieza de botas de Sara por parte de Guille y su guate maldito.
Intentamos comer en un sitio, que nos pareció muy caro, e hicimos un levantamiento, también característico de este viaje, y nos fuimos a otro, de comida más o menos típica.
Mis fuerzas casi llegan a su fin, suma a eso un resfriado traído de las tierras moras de Guille, para que la comida fuese un poco revuelta, no me puede tomar ni siquiera mi medio litro de pilsen correspondiente.
Ya por la tarde, montamos en un barquito, que nos llevó por el río y los canales, sinceramente, una mierda, menos mal que nos entraban dos bebidas (café, vino caliente y cerveza) y un pastelito. Ahí ahí demostramos que somos españoles, y no italianos, como todo el mundo se pensaba.
Ya en tierra firme, compramos postales, sellos de chinos guarros y timadores, y algún que otro souvenir. Eso sí, para encontrar un buzón, tuvimos que licenciarnos, y hacer un master primero, casi imposible.
Terminamos el día cenando en el Hybernia, un lugar recomendado por la chica del free tour, donde las raciones son gigantes, en la foto podéis ver la brocheta.
Ya no nos quedaba dinero, lo pasamos bastante mal con las coronas, no supimos calcular bien, y andábamos como verdaderos peseteros, contando varias veces al día lo que teníamos y lo que nos podíamos gastar.
Camino al albergue, todos sabíamos que eran nuestra última noche. Las chicas aprovechamos, para hacer noche de chicas, y entre discusiones biológicas, e historietas varias, nos dormimos.
Ya por la mañana, sólo quedaba lo peor de todo, el viaje de vuelta, y el regreso a Torino.
Ha sido un viaje increíble, ya no sólo por las ciudades, sino por la compañía, que es lo más impotante.
Isa con sus poses y con su risa que me encanta
Cris con su cinta blanca en el pelo y su fantástica cámara de 1 megapixel
Erika con su maldito HOLAAAAAAAAAAA
Sara con sus abrazos nocturnos
Hilton con sus ronquitos nocturnos, y mi intento de ahogamiento
Javi con su humor negro
Guille con su guante contaminado
Gracias chic@s, seguramente me deje mil y una cosas que contar, pero mis recuerdos no dan para más.
PD: seguid perfeccionando ese hola, ese malditos, ese osea hello con movimeito de dedos, ese colocamiento del pelo, ese ujuuuu con palmada…me encantáis!!
A los demás, espero que leáis esta pedazo de entrada, como siempre os digo, no me olvidéis!! Un beso gigante.